Una intensa historia de amor que nos muestra que a veces la sumisión erótica es capaz de liberar emociones reprimidas, atadas al alma por las tensas cuerdas del pasado.
Cuando estaba leyendo esta novela, lo primer que se me vino a la mente fue: "otra copia de Cincuenta Sombras de Grey". Esperaba más de la saga, pero sólo me llevé una decepción.
Los personajes, Nikki y Damien se reencuentran después de seis años, su relación resulto tan forzada y poco común como la de Anastasia y Christian. También la trama de cada uno de ellos se desenvuelve a las pocas páginas, así que casi no hay nada que descubrir, y digo casi porque hay una que otra cosita suelta que sólo se aclara en el final.
Las escenas de sexo del primer libro pueden considerarse "suaves" a comparación de los siguientes ejemplares. La autora quiso darle una matiz de erotismo, pero había algo que solo te dejaba preguntándote dónde quedo el "toque". Las escenas no escaseaban, cada situación que sufrían sus personajes los llevaban a una sesión de sexo.
Lo cierto es, que nada de lo que lees es demasiado profundo. Además, no hay que olvidarnos del cliché literario de la novela romántica/erótica: el millonario de pasado oscuro que se enamora de la chica inocente con aspiraciones de rebelde.
La pregunta del millón es, ¿cuándo se van dejar de basar en Cincuentas Sombras? Escritores con potencial, que en vez de crear ideas innovadoras y originales, lo desperdician tratando de sacarle jugo a una historia que ya se exprimió hace tiempo.
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